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Paraná, Entre Ríos, Argentina
Yo creo que nos guiamos por la gente. Quizá para no parecer raros a los ojos de los demás, quizá para ser supuestas personas normales como ellos, o quizá porque tememos ser vistos de una manera diferente, creemos que lo mejor es seguir los pasos de todos. No contradecimos , muchas veces no opinamos. Queremos ser diferentes siendo iguales a todos. Queremos destacarnos y sin embargo primero siempre observamos que pasos dió la otra persona. Tenemos puntos de vistas diferentes, y tantas veces no nos animamos a decirlos, y callamos... callamos mucho. Sin embargo existe la gente capaz de expresar lo que siente sin temor al comentario del otro, gente que es vista como alguien raro y ellos lo saben perfectamente, pero no temen serlo, no temen ser diferentes. Pues esa gente sabe que ellos no son los raros, esa gente sabe que los raros son aquellos que tratan de copiarse entre sí, temerosos de mostrarse como son e incapaces de ser ellos mismos. Tienen la certeza de ser capaces de mostrarse al mundo y aun mejor, a las personas, como realmente son. Raros terminan siendo los que se sienten normales.

martes, 11 de agosto de 2009

Querido blog:

Me dí cuenta que hoy, como todos los días aprendí algo, a veces cosas buenas y malas. Hoy aprendí dos cosas:
* cuando hacés las cosas mal conscientemente, la vida te paga con la misma moneda. ¿Nunca te pasó que hiciste las cosas mal sabiendo que estaba mal y después, durante el día, algo malo te pasó? Esto lo comprobé un par de veces, y con eso me alcanza, aunque a veces vuelta a tropezar con la misma piedra. Dios o quienquiera que nos vé todo el tiempo, sabe cuándo hacemos las cosas mal, porqué las hacemos, sabe todo. Y nos da nuestra recompensa, lo que nos merecemos. Me dí cuenta que merezco menos de lo que pensé, no merezco prácticamente nada.
* es imposible ser bueno en todo. Es así, nos pasa que queremos hacer todo y que todo nos salga bien, y ¿saben qué? No terminamos haciendo bien ni una cosa ni la otra. Nos esforzamos para poder hacer bien las cosas, que nos salgan como nosotros queremos y ¿qué pasa? Fallamos. Y es triste fallar, es claro que a nadie le gusta perder, y mucho menos perder después de que intentaste tanto ganar. Y llega un momento en el que colapsás y necesitás decir ¡basta!, calmarte y pensar cómo hacer las cosas. Y a veces, por más de pensar y pensar cómo hacer las cosas, no se te ocurren maneras mejores. ¿Y hasta que extremo llegamos? Nos rendimos.
Siento que una parte de mí quiere rendirse, y la otra parte le pide a gritos ¡no te rindas, no bajés los brazos, vos podés, seguí adelante! y la otra parte le contesta que ya no dá más, que se cansó de intentar y fallar, de poner buena voluntad y fallar. Estoy partida en dos, no sé qué hacer conmigo.

Sé que esto son las sabias enseñanzas de la vida, como dicen, de cada error se aprende, de cada pelea se valora, de cada mala cosa que nos pase nos hace ver como somos.

Es hora de irme querido blog, nos vemos mañana. Con cariño, Lucía.