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Paraná, Entre Ríos, Argentina
Yo creo que nos guiamos por la gente. Quizá para no parecer raros a los ojos de los demás, quizá para ser supuestas personas normales como ellos, o quizá porque tememos ser vistos de una manera diferente, creemos que lo mejor es seguir los pasos de todos. No contradecimos , muchas veces no opinamos. Queremos ser diferentes siendo iguales a todos. Queremos destacarnos y sin embargo primero siempre observamos que pasos dió la otra persona. Tenemos puntos de vistas diferentes, y tantas veces no nos animamos a decirlos, y callamos... callamos mucho. Sin embargo existe la gente capaz de expresar lo que siente sin temor al comentario del otro, gente que es vista como alguien raro y ellos lo saben perfectamente, pero no temen serlo, no temen ser diferentes. Pues esa gente sabe que ellos no son los raros, esa gente sabe que los raros son aquellos que tratan de copiarse entre sí, temerosos de mostrarse como son e incapaces de ser ellos mismos. Tienen la certeza de ser capaces de mostrarse al mundo y aun mejor, a las personas, como realmente son. Raros terminan siendo los que se sienten normales.

viernes, 23 de octubre de 2009

Duele ver como la vida te hace pasar en más de una ocasión por la misma situación. Te caes, te levantas y aprendes, pero el destino te tiene reservada la sorpresa de hacerte comprobar si realmente aprendiste y te pone otra vez esa piedra en el camino. Las personas nos vamos formando de errores, de caídas, de tropiezos, y no de glorias. Nadie nos felicita cuando hacemos las cosas bien, eso parece obvio ¿no? Parece que poco nos enorgullece a todos cuando vamos por el buen camino, cuando ayudamos al otro, cuando sostenemos una mano, cuando no dejamos caer un alma. Pero en cambio, cuando nos equivocamos, cuando confirmamos que somos humanos y que por el hecho de simplemente "ser" ya venimos cargados de errores, ya venimos configurados para tropezar; ahí es cuando se nos repiten una y otra vez que dimos un paso en falso, que erramos. Vas a tener que remarla sólo, como nunca te enseñaron, como casi siempre creíste, sólo. Pero así es de la única manera que te hacés fuerte... Nadie conoce el dolor si nunca antes lo sintió, y después de vivirlo, ya hay dolores que no vuelven a sentirse nunca más, hay heridas que cicatrizan, y que no vuelven a abrirse. La grandeza se alcanza cuando la vida nos pone a prueba, cuando el destino nos tira piedras, cuando nos deja al borde el abismo haciendo equilibrio constante para que no resbalar y que nos perdamos entre la corriente. Cuesta creerlo, puedo de ahí en más queda en manos de vos que aprendás a no volver a tropezar...