No tengo mis esperanzas puestas en vos, ya sé que eso es una estupidez. En vos no se puede confiar. No se puede esperar nada, porque seguramente siempre harás lo más imprevisible. Y no hay manera de adelantarse a tus pasos... vas a mil por hora. Siempre por delante. Sin pronósticos, te gusta llevar la contraria (en todo). Diría que no es justo, pero ya sé que en la guerra... no hay justicia. Sólo vencedores y vencidos. Y nosotros acabamos siempre en tablas a la hora del jaque. Matarnos sin morir... siempre a un paso. Siempre en el penúltimo escalón. Haciéndonos rabiar, haciéndonos sufrir. Porque no sé qué me dolería más, si ganarte o que me ganaras... si matarte o morir a tus manos. ¿Crees que algún día dejemos la guerra para volvernos juntos a casa?
- Lucía
- Paraná, Entre Ríos, Argentina
- Yo creo que nos guiamos por la gente. Quizá para no parecer raros a los ojos de los demás, quizá para ser supuestas personas normales como ellos, o quizá porque tememos ser vistos de una manera diferente, creemos que lo mejor es seguir los pasos de todos. No contradecimos , muchas veces no opinamos. Queremos ser diferentes siendo iguales a todos. Queremos destacarnos y sin embargo primero siempre observamos que pasos dió la otra persona. Tenemos puntos de vistas diferentes, y tantas veces no nos animamos a decirlos, y callamos... callamos mucho. Sin embargo existe la gente capaz de expresar lo que siente sin temor al comentario del otro, gente que es vista como alguien raro y ellos lo saben perfectamente, pero no temen serlo, no temen ser diferentes. Pues esa gente sabe que ellos no son los raros, esa gente sabe que los raros son aquellos que tratan de copiarse entre sí, temerosos de mostrarse como son e incapaces de ser ellos mismos. Tienen la certeza de ser capaces de mostrarse al mundo y aun mejor, a las personas, como realmente son. Raros terminan siendo los que se sienten normales.