Empiezo la primavera, tal vez un poco más golpeada, pero más sabia. Cargada de dolores, que se van agudizando con cada rosa que florece. Cargada de recuerdos, que entierro en cajas herméticas para no volver a abrirlas y para que también, ninguno de ellos se pudra. Creyendo en los finales felices, en el bien victorioso. Empiezo la primavera, olvidando los ríos que corrieron por mis mejillas aquel frío invierno. Sintiendo a lo lejos el calorcito de ésta nueva estación, entusiasmada. Buscando aquel final feliz. Que esta tan pronto, tan cerca de llegar. Empiezo la primavera, quizás con algunos dolores de cabeza, de alma. Pero con todas las curas a mano, a mi alcance. Sosteniendo en la palma de la mano, aquel final feliz. El mío. El que llegaba justo a la gloria.
- Lucía
- Paraná, Entre Ríos, Argentina
- Yo creo que nos guiamos por la gente. Quizá para no parecer raros a los ojos de los demás, quizá para ser supuestas personas normales como ellos, o quizá porque tememos ser vistos de una manera diferente, creemos que lo mejor es seguir los pasos de todos. No contradecimos , muchas veces no opinamos. Queremos ser diferentes siendo iguales a todos. Queremos destacarnos y sin embargo primero siempre observamos que pasos dió la otra persona. Tenemos puntos de vistas diferentes, y tantas veces no nos animamos a decirlos, y callamos... callamos mucho. Sin embargo existe la gente capaz de expresar lo que siente sin temor al comentario del otro, gente que es vista como alguien raro y ellos lo saben perfectamente, pero no temen serlo, no temen ser diferentes. Pues esa gente sabe que ellos no son los raros, esa gente sabe que los raros son aquellos que tratan de copiarse entre sí, temerosos de mostrarse como son e incapaces de ser ellos mismos. Tienen la certeza de ser capaces de mostrarse al mundo y aun mejor, a las personas, como realmente son. Raros terminan siendo los que se sienten normales.