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Paraná, Entre Ríos, Argentina
Yo creo que nos guiamos por la gente. Quizá para no parecer raros a los ojos de los demás, quizá para ser supuestas personas normales como ellos, o quizá porque tememos ser vistos de una manera diferente, creemos que lo mejor es seguir los pasos de todos. No contradecimos , muchas veces no opinamos. Queremos ser diferentes siendo iguales a todos. Queremos destacarnos y sin embargo primero siempre observamos que pasos dió la otra persona. Tenemos puntos de vistas diferentes, y tantas veces no nos animamos a decirlos, y callamos... callamos mucho. Sin embargo existe la gente capaz de expresar lo que siente sin temor al comentario del otro, gente que es vista como alguien raro y ellos lo saben perfectamente, pero no temen serlo, no temen ser diferentes. Pues esa gente sabe que ellos no son los raros, esa gente sabe que los raros son aquellos que tratan de copiarse entre sí, temerosos de mostrarse como son e incapaces de ser ellos mismos. Tienen la certeza de ser capaces de mostrarse al mundo y aun mejor, a las personas, como realmente son. Raros terminan siendo los que se sienten normales.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Las olas y el viento sucundum sucundum

¡Qué lindo es el verano! Los días se alargan -aunque nos saquen una hora con el cambio de horario-, las chicas empiezan a estar más sueltitas de ropa, arranca la temporada de una birrita fresca después del laburo… ¡Qué gran momento! Ya terminaste de cursar y a lo sumo te quedó alguna materia para rendir en diciembre, pero el tiempo al pedo empieza a florecer en tus horas y por fin podés dedicarte a terminar el God of War para PS2 e internarte en tu pieza para ponerte al día con todos los programas que quisiste ver durante el año y no tenías tiempo. También sale, como cada año, la publicidad del verano que escucharás religiosamente mil veces por día en la radio: hace un par de años ya es oficial que “No hay casino ni bingo en Mar Azul” es EL tema para cantar borrachos en la costa.
A esta altura de 2010 ya pasaron las fiestas, y con ellas todo su folklore: ya te olvidaste de armar el arbolito y la noche del 24 no había dónde poner los regalos, ya escuchaste a tu tío contar los mismos chistes verdes cada navidad cuando se termina la sidra mientras le pellizca el culo a tu vieja, tus tías, tu tía, etc., ya te quedó la anécdota de la loca, loca fiesta a la que fuiste con los pibes después de las 12 y amaneciste borracho en una casa desconocida sin agua corriente y con graffitis de “Luca no se murió, carajo!” en las paredes. También a esta altura todos tus contactos de msn con los que no hablás nunca te mandaron un mail de feliz año nuevo con su balance personal de 2009, te llegaron mensajitos de todos lados invitándose a verse “antes de que termine el año” -porque viste que todos los 1º de Enero parece que el mundo se termina-, y hasta recibiste postales navideñas electrónicas de tu amigo español que conociste en 2001.
Pero todos estos son pequeños detalles en comparación con lo verdaderamente importante: ¡empezar a planear las vacaciones! Esta decisión tiene infinitas aristas a considerar. ¿A dónde irse? ¿Con quién? Y lo más importante… ¿tendré sexo? Si tenés más de 15, probablemente con los viejos ya te aburras como un hongo, pero garpan el hotel por 15 días en Brasil y ténes pasaje libre para la contemplación de garotas y garotinhos… O por ahí te mandás con los pibes a Gessel dos semanas de ratas totales. Total, pueden sobrevivir a mate y galletitas untadas con picadillo tranquilamente, si lo más importante en Gessel es ser 15 en un departamento para 4 y salir a hacer la noche por la 3.
El caos de los pasajes es un clásico. No falta el que sueña vivir una aventura en las agonizantes líneas de tren que sobreviven, pero cuando va a comprar pasajes se da cuenta que se agotaron en septiembre y se tiene que conformar con un vulgar micro. Esto implica soportar el caos personificado en las terminales en los cambios de quincena: familias enteras con dos toneladas de equipaje por cabeza, viejas que no leen ni oyen y te piden que les avises cuando anuncien la salida del servicio correspondiente a Las Toninas, y un bebé que llora seguido las 13 horas de viaje en micro.
Otra posibilidad es que pinte el hippiesmo y te mandes de mochilero. Si vas al sur, alucinarás con las montañas nevadas, los lagos cristalinos, los festivales hippies en el bosque y las cerezas de 500 gramos cada una. Probablemente sobrevivas a base de fideos, arroz y polenta, pero en El Bolsón seguro que te castigarás un poco de cerveza de frambuesa y helado artesanal. Este viaje no es recomendable para alérgicos a Silvio Rodríguez y Joaquín Sabina, porque los fogones abundan y el repertorio suele ser predecible.
Si en cambio decidís ir al norte y esquivar sus ciudades para adentrarte en zonas áridas y despobladas, probablemente apuestes con tus amigos quién pasa mas tiempo sin bañarse. Y cuando vuelvas a la ciudad terminarás comprándote un sweater o un gorro coya y alguna boludez echa de cardo. Eso sí: los paisajes puneños te volarán el marote, y si te copás lo suficiente probablemente te quedes con ganas de viajar a Bolivia el año que viene. Y vas a volver a la ciudad con un master en macramé y un olor a zombie digno de la película de Robert Rodríguez.
Y es que, como bien dice la más famosa cerveza… estés donde estés, ¡el verano te encuentra!