"Quería escribirte algo. Ya sabés, alguna tontería de esas que te hagan sonreír cuando la leas. Alguna frase linda, que refleje un poco lo siento, un fragmento de película, algunas frases de una canción que escuché en cierto momento y me hayan venido a la memoria. Pero no encuentro nada que sea capaz de acercarse a lo que siento, nada se compara. Podría decirte cualquier cosa, y no quedaría mal. Podría decir te quiero, te amo, no quiero que me dejes nunca, y cosas así. ¿Nunca? No puedo decir cosas así. No sé lo que pasará dentro de uno, dos, cinco, treinta años. No puedo decir nunca. Yo... yo soy bipolar, un manojo de nervios, no tengo pedal de freno o no funciona. Yo cambio, me muevo, doy giros inesperados. No sé lo que va a pasar mañana. Sé que te quiero, ahora, en este instante y te quiero conmigo. Es más, ahora daría los años que me quedan por verte sonreír..."
- Lucía
- Paraná, Entre Ríos, Argentina
- Yo creo que nos guiamos por la gente. Quizá para no parecer raros a los ojos de los demás, quizá para ser supuestas personas normales como ellos, o quizá porque tememos ser vistos de una manera diferente, creemos que lo mejor es seguir los pasos de todos. No contradecimos , muchas veces no opinamos. Queremos ser diferentes siendo iguales a todos. Queremos destacarnos y sin embargo primero siempre observamos que pasos dió la otra persona. Tenemos puntos de vistas diferentes, y tantas veces no nos animamos a decirlos, y callamos... callamos mucho. Sin embargo existe la gente capaz de expresar lo que siente sin temor al comentario del otro, gente que es vista como alguien raro y ellos lo saben perfectamente, pero no temen serlo, no temen ser diferentes. Pues esa gente sabe que ellos no son los raros, esa gente sabe que los raros son aquellos que tratan de copiarse entre sí, temerosos de mostrarse como son e incapaces de ser ellos mismos. Tienen la certeza de ser capaces de mostrarse al mundo y aun mejor, a las personas, como realmente son. Raros terminan siendo los que se sienten normales.