Mi foto
Paraná, Entre Ríos, Argentina
Yo creo que nos guiamos por la gente. Quizá para no parecer raros a los ojos de los demás, quizá para ser supuestas personas normales como ellos, o quizá porque tememos ser vistos de una manera diferente, creemos que lo mejor es seguir los pasos de todos. No contradecimos , muchas veces no opinamos. Queremos ser diferentes siendo iguales a todos. Queremos destacarnos y sin embargo primero siempre observamos que pasos dió la otra persona. Tenemos puntos de vistas diferentes, y tantas veces no nos animamos a decirlos, y callamos... callamos mucho. Sin embargo existe la gente capaz de expresar lo que siente sin temor al comentario del otro, gente que es vista como alguien raro y ellos lo saben perfectamente, pero no temen serlo, no temen ser diferentes. Pues esa gente sabe que ellos no son los raros, esa gente sabe que los raros son aquellos que tratan de copiarse entre sí, temerosos de mostrarse como son e incapaces de ser ellos mismos. Tienen la certeza de ser capaces de mostrarse al mundo y aun mejor, a las personas, como realmente son. Raros terminan siendo los que se sienten normales.

miércoles, 6 de enero de 2010














Cuando creemos que encontramos al amor de nuestras vidas, decimos que nunca conocimos a alguien igual y hasta pensamos que vamos a terminar casadas, con hijos, felices. Volamos, llenas de ilusiones, desplegamos unas alas enormes y después caemos, nos hundimos en la realidad y nos alejamos de lo ficticio, de la utopía de creer haber encontrado a nuestro príncipe azul. Nos ahogamos en nuestro llanto, otras, a veces, lo ocultamos, no demostramos el dolor que nos causa semejante golpe, descender desde tan alto. Y una vez que la tormenta para, una vez que volvemos a creer que sale el sol (porque así somos, exageradas, dramáticas) llenas de esperanzas retomamos a la tarea de buscar y buscar al amor de nuestras vidas, sin saber que el amor llega sólo, no se busca, se espera. Que llegue cuando tenga que llegar, que nos sorprenda, que nos haga volar, subir-bajar, reír, llorar. Que nos golpee la puerta y nos llene de emociones y sentimientos nuevos, que nos haga crecer y no retroceder. Que nos busque, nos encuentre, nos llene, nos complemente. Que no nos deje solas aunque se vaya lejos, que sepa querernos y cuidarnos. Que nos aleje de la idea ficticia de creernos cenicientas que tenemos que quedarnos fregando pisos hasta que el príncipe se digne a buscarnos/encontrarnos para devolvernos nuestro zapato de cristal. No busquemos mas amores imposibles, los príncipes y las princesas sólo se ven en los cuentos, mi vida es una realidad y no se asemeja ni un poco a la historia de una princesa, por eso ambiciono con amores reales, amores pasajeros o eternos. Pero amores reales.