
Es tan fácil caer y darse por vencido, y tan difícil levantarse y seguir adelante con una sonrisa en el rostro. Fácil es herir y difícil olvidar. Fácil es equivocarse y difícil, aceptarlo. Fácil hablar, difícil hacer. Difícil es tener el valor para mostrar las cosas como realmente son, y fácil ocultarlas. Lo difícil es superar los miedos, lo fácil es quedarse con ellos. Casi todo lo fácil es lo que nos perjudica y lo sabemos. Pero lo fácil es tentador, porque nos da sensación de liviandad, de que algo que debería hacerse se hizo o algo que debía decirse se dijo, cuando en realidad no es más que una pantalla que nosotros mismos inventamos para sentirnos mas tranquilos. Creo que la vida sería mucho mas sencilla para todos si nos dedicáramos a hacer lo difícil desde un principio, en lugar de probar con lo fácil, lastimarnos y volver a probar. Quizás es hora de pensar que, a veces, obligarse no está mal. Obligarse a estar de pié, a decir la verdad y a tener valor para asumir las consecuencias que nosotros mismos provocamos. En este caso, obligarse es crecer...